¿CUÁNDO HAY QUE EMPEZAR A USAR UN BASTÓN O UN ANDADOR?

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Un momento difícil en la vida de un adulto es verse en la necesidad de empezar a usar un bastón o pasar a un andador. Parece como si ya fuesemos  “viejos” e “inútiles”. En una sociedad donde se promueve lo joven y la juventud parece que cumplir años, con los achaques que conlleva, está mal visto y hasta cabrea. “Yo no soy un viejo, sólo tengo ochenta años” es una frase que se oye frecuentemente cuando se propone un artículo de éstos.

Pero la verdad es que son los productos indicados para seguir cumpliéndolos con cierta seguridad. Una mala caída nos puede llevar a un silla de ruedas o directamente a acabar encamado. Algo que, si se piensa, puede resultar mucho peor que lucir un bastón. Por eso al primer síntoma de inestabilidad hay que tomar medidas preventivas.

¿Cómo reconocer que se necesita un bastón? Muy fácil, no hay que esperar a que uno se caiga. Cuando uno se va apoyando en todas las paredes y los muebles de una habitación ya estamos llegando tarde. A los primeros apoyos para darse estabilidad o al pedir el brazo de otra persona para poder moverse con seguridad hay que plantearse incluir en nuestra indumentaria un tercer apoyo, un bastón. Tomar el brazo de otra persona puede acabar con los dos en el suelo. Y si el que cae en conjunto es el cuidador, entonces sí que ya no tendremos con quien poder seguir caminando juntos. Igualmente, irse apoyando en el mobiliario o en las paredes puede traernos un disgusto cuando creemos que están en el sitio donde vamos apoyar la mano y resulta que hemos calculado mal. La caída esta casi asegurada.

Pasar al andador no deja de ser un trauma similar para mucha gente. Hoy estos aparatos han evolucionado muchisimo y son como mini carritos con múltiples prestaciones: asiento, respaldo, portabastón, cesta porta objetos y plegables para quedar reducidos al mínimo. Normalmente antes estaban usando un bastón. Pues el aviso es el mismo: si vamos con el bastón pero apoyándonos en paredes y objetos de la casa o pidiendo el brazo a un acompañante es el momento de pasar al andador. Sin complejos, en cualquier país europeo la gente lo usa cuando lo necesita. Y por la calle vemos a muchisima gente que los usa a diario para desenvolverse y relizar actividades cotidianas como hacer la compra o dar un paseo.

Prevenir es mejor que curar, y al orgullo, en ciertos casos, es mejor dejarlo aparcado, para no acabar con un disgusto mayor. Si la vida nos da limones, habrá que hacer limonada.

EAN 030A Andador anteroposterior graduable en altura, con asiento abatible y freno, para niños y adultos

0,01

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